miércoles, 5 de febrero de 2014

Cultura de masas

De acuerdo con el texto “Fundamentos y carencias de los estudios culturales: una revisión teórico-crítica del ámbito popular culture” de María Luengo Cruz en donde revisa los estudios culturales a partir de la definición de Theodor W. Adorno y Max Horkheimer de la sociedad de las masas nos dice que la cultura popular ha pasado de ocupar un puesto marginal en la vida académica a ser foco de interés no ya sociológico sino interdisciplinario. Es decir que ya no tiene la misma importancia académica como se creía antes. Ahora es meramente popular.

   El análisis de la cultura ha supuesto una ruptura con parámetros meramente empíricos, pues no se trata de analizar sólo los aspectos fácticos, sino los significados. El estudio de la cultura, y en concreto de la cultura popular, ha impulsado un enfoque sociológico fuera de la tradición del funcionalismo y del positivismo. Es decir, los estudios sólo se han enfocado en analizar los fenómenos que este tipo de cultura produce.

  Estos estudios utilizan las herramientas de la sociología de las organizaciones para mostrar cómo los artistas y creadores populares movilizan las fuerzas sociales para hacer posible la producción cultural. Este punto es el más importante, ya que este fenómeno se distingue más en la televisión. Este medio de comunicación masiva permite que la información que se desee dar a una comunidad, sea para fines falsamente convincentes. Todo lo que sale – sobre todo en la televisión abierta- es información un tanto falsa. Las telenovelas por ejemplo, muestran arquetipos de mujer y hombre con un mensaje de querer ser como los artistas son. Muestran un mensaje muy sugestivo para quienes gozan de ver ese tipo de cosas. Buscan ser y copiar como son ellos dejando a un lado lo que son realmente. Estos arquetipos empiezan a tomar forma e influyen en las personas que dejen que penetren en su ideología. Por ejemplo, cuando apareció la telenovela Rebelde en Televisa, todas las adolescentes querían ser como las protagonistas: altas, fresas, ropas a la moda y sobre todo delgadas. Porque era necesario estar esbelta para entrar en cualquier círculo social y ser aceptados  por todos. Entonces, estos artistas en verdad movieron a la sociedad para crear una moda muy o demasiado superflua.

   Por otro lado, las Categorías teóricas de la propuesta británica estudiaron la cultura popular como un terreno de conflicto social e incluso como arma de movilización política. Quizá un ejemplo un tanto banal sea cuando López Obrador manejó y movió a las masas para que lo apoyaran en su campaña para presidente de la República. Este tipo de movimientos causaron conflictos los cuales sirvieron como arma de manifestación para lo que estaban inconformes con los resultados y con el presidente electo. Aun así las masas se siguieron moviendo y tuvieron mucho auge aunque después no se obtuvo el resultado que se esperaba.

  Otro apartado para analizar es el de las Teorías sobre la cultura popular que se clasifican en tradiciones y autores en “racionalistas” versus “idealistas” es decir, instrumentales frente a normativos y morales. Los enfoques racionalistas considerarán que la cultura responde mecánicamente a fuerzas externas, mientras que los enfoques idealistas acentúan la dimensión interna, subjetiva de la cultura.
Dice también que la cultura popular se mezclaba con la publicidad. El término de la industria de la cultura fue el consumo. La industria cultural a los objetos culturales a una necesidad social- producir para consumir y consumir para seguir produciendo- de modo que la cultura “permanecía esencialmente ligada a la premisa de la economía del mercado. Como ejemplo está Coca-cola, que a pesar de ser un producto nocivo a la salud y se ha hecho campañas para suspender su elaboración, sigue fabricándose éste producto teniendo las ventas más altas ya que la gente lo demanda como un producto demasiado agradable como para no dejar de consumirlo.

   Por otra parte, si el arte corría peligro, no era por la amenaza de una cultura de masas, sino por la actitud de una sociedad de masas, heredera de la sociedad moderna, que suplía el arte por el entretenimiento como consecuencia de un afán desmedido por consumir. Ese afán se ve reflejado en el refresco, ya que a pesar de que se ha hecho conciencia de que es un veneno para el cuerpo, la gente seguirá consumiéndolo y lo verá más adelante como una necesidad básica y no le importará gastar para saciar su deseo.
Otra parte importante del texto para analizar es que el entretenimiento ocupaba un lugar en el contexto de la sociedad moderna, y la cultura otro muy distinto. El entretenimiento pertenecía a la esfera del consumo social. Eso se refiere a que la gente acude a lugares con contenido entretenido y no cultural.

  La pauta de la durabilidad excluye aquellos artefactos producidos para su consumo inmediato; por ejemplo, una película serie B (como la película de Crepúsculo)  un best-seller (como equis libro de Paulo Coelho)  o un show televisivo (de los que salen en Televisa como la voz México) cuya permanencia en el tiempo es nula.  Cuando sale una película, la gente siempre va a verla y nunca se va a acercar a un libro o a la historia real, sino que para la gente será más fácil acudir a un centro de entretenimiento que tomar un libro y enriquecer su redacción o su lectura.  Se vuelve más famosa la película que el libro cuyo contenido es el original. Se asocia el lenguaje de la imagen de las masas a los intereses económicos de la industria cultural. Sin embargo, esta proyección comercial no le impidió adscribir al cine una naturaleza artística. La proyección comercial exigía  al lenguaje mayor comunicabilidad, a lo que contribuía el carácter vitalista de la imagen cinematográfica: la popularidad y la técnica audiovisual.

Pero estos productos no constituyen, en sentido propio, el contenido de la cultura, sino una degradación de la misma. Ya que todos estos en vez de educar, hacen que la sociedad se pierda en la mediocridad de querer superarse. Ninguno de estos ejemplos sirve para culturizar a una sociedad.




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